El Mundial de 1958 será siempre recordado por la aparición fulgurante
de un joven de 17 años llamado Edson Arantes do Nascimento y conocido,
por motivos increíblemente desconocidos, con el sobrenombre de Pelé.
Alrededor de él, un estupendo equipo que por fin consiguió borrar
veinte años de sinsabores y una fama de hundirse en los finales que
había perseguido a la canarinha desde su propio Mundial.
El combinado amarillo encontró en el técnico Victor el Gordo Feola
el armador que necesitaba para dotar de automatismos y disciplina a un
conjunto de estrellas cómo pocas veces se han visto reunidas sobre un
terreno de juego. Los más desconocidos, quizá, el portero Gilmar, considerado sin embargo el mejor portero de la historia del fútbol brasileño; los centrales Hildebrando Bellini y Orlando, duros y correosos, para guardar la cueva, y el medio Zito,
un pulmón, precursor de gente como Mauro Silva o Dunga. De aquí en
adelante, todos o casi todos suelen aparecer en las listas de los cinco
mejores en su puesto de todos los tiempos.
Los Santos laterales, Nilton y Djalma, el primero llamado “La enciclopedia” por su conocimiento del juego, y el segundo un tren por la diestra, el primer carrilero, aún hoy día no superado. En el medio del campo Didi, una joya de técnica y precisión, cuyo paso lento y rapidez mental construían el juego del equipo. Por la izquierda el mítico Zagallo, primer campeón mundial como jugador y entrenador, y pionero en entender la tarea del extremo como un viaje de ida y vuelta; al otro lado, Manoel dos Santos Garrincha, el zambo con una pierna mayor que otra, el mayor gambeteador jamás visto; y arriba, los matadores Vavá “Pecho de Acero” y Pelé. El primero, un nueve que demolía a las defensas por potencia y colocación, y el segundo, simplemente, O Rei.
Los Santos laterales, Nilton y Djalma, el primero llamado “La enciclopedia” por su conocimiento del juego, y el segundo un tren por la diestra, el primer carrilero, aún hoy día no superado. En el medio del campo Didi, una joya de técnica y precisión, cuyo paso lento y rapidez mental construían el juego del equipo. Por la izquierda el mítico Zagallo, primer campeón mundial como jugador y entrenador, y pionero en entender la tarea del extremo como un viaje de ida y vuelta; al otro lado, Manoel dos Santos Garrincha, el zambo con una pierna mayor que otra, el mayor gambeteador jamás visto; y arriba, los matadores Vavá “Pecho de Acero” y Pelé. El primero, un nueve que demolía a las defensas por potencia y colocación, y el segundo, simplemente, O Rei.
Esta formación de ensueño llegaba a la final del Rasunda Stadium
tras haber vencido a todos sus rivales, excepto a Inglaterra en la fase
final, que había aguantado el ciclón y obtenido un meritorio empate a
cero. Especialmente llamativa fue la goleada 5-2 a Francia en
semifinales, pues los galos tenían uno de los tres mejores equipos de su
historia, junto al de la Eurocopa 84 y al de su propio Mundial: gente
como Fontaine, pichichi de este torneo con ¡13 goles!, o los finísimos Raymond Kopa (elegido mejor jugador de esta Copa del Mundo) y Piantoni.
Dio igual: el festival de Pelé en el segundo tiempo, que anotó tres
goles e hizo pedazos a la defensa francesa, llevó a Brasil en volandas a
la final.
En la final esperaba Suecia, que había montado su selección in extremis,
llamando a sus mejores futbolistas que jugaban en el Calcio. El equipo
que reunieron fue sensacional, alrededor del gran centrocampista Nils Liedholm, il Barone, leyenda en el Milán. Él era el encargado de surtir a los interiores Gunnar Gren, cuyos controles eran famosos, y el zurdo Nacka Skoglund,
de quien se cuenta que lanzaba habitualmente una moneda al aire, le
daba un toque suave con su bota y la introducía en bolsillo de su
camisa. A un nivel incluso superior jugaron ese campeonato el diestro Kurt Hamrin, velocísimo, y el poderoso delantero Simonsson,
máximo anotador sueco en el torneo. Para llegar a la final eliminaron a
la Rusia de Yachine y al vigente campeón, Alemania, muy envejecida
desde el torneo anterior.
La prensa brasileña estaba ciertamente preocupada por el tiempo de la
final, pero aunque cayó abundante lluvia en los momentos previos, la
climatología respetó el partido, que comenzó muy fuerte: un pase del
veterano Gren a Liedholm es resuelto por éste con un lanzamiento duro y
colocado que adelanta a los anfitriones. El público que abarrota el
Rasunda enloquece. Hasta entonces Brasil siempre había mandado en el
resultado y se ignoraba su capacidad de remontada. ¿Se repetiría el Maracanazo?
Esta vez no. Garrincha controla un balón junto a la parte derecha del
área, quiebra a su par con una filigrana y pone un balón medido para
que Vavá entre como un bisonte y clave el empate. Aunque el partido es
equilibrado, Didí y Zito se van haciendo poco a poco con el mando en el
centro del campo, y los laterales anulan progresivamente a los extremos
escandinavos Skoglund y Hamrin. Pelé avisa con un latigazo al larguero
antes de que, recién cumplida la media hora de juego, y en una jugada
calcada a la del primer gol, Garrincha lance otro centro, esta vez desde
el córner, que de nuevo Vavá convierte en tanto. La primera parte
finaliza con dos a uno y una tangible sensación de superioridad de la canarinha, hoy vestida de verde por coincidencia de colores.
En el segundo tiempo, Brasil sale en tromba y Pelé rompe el partido
con la jugada estelar mil veces repetida: controla cerca del punto de
penalty, evita a Axbom con un sombrero estratosférico y bate con preciso
empalme Svensson. El campo se viene abajo y hasta el público local
aplaude, subyugado por la plasticidad de la jugada. Poco después Zagallo
hace el cuarto en tiro cruzado, y el resto es una exhibición
brasileira. Faltando pocos minutos, sin embargo, Simonsson caza un buen
pase de Liedholm y acorta distancias, justo antes de que Pelé remate de
fenomenal testarazo el resultado y el partido, culminando el resultado y
coronando el partido. La final concluye con un mal detalle del
colegiado galo Guigue, bueno por demás, que pita el final antes del
tiempo para poder llevarse la bola, cosa que finalmente no consigue.
La sonrisa con la que el Rey de Suecia entrega la copa Jules Rimet
tiene un significado claro: no hay ningún desdoro en que su país haya
perdido la final ante ese equipo de ensueño. Cayeron dando la cara. Y
esa tarde de Junio realmente comenzó la leyenda de Brasil.
ALINEACIONES.
Brasil: Gilmar, Nilton Santos, Djalma Santos, Orlando, Bellini, Didi, Zito, Garrincha, Vavá, Pelé y Zagallo.
Suecia: Svensson, Bergmark, Gustavsson, Axbom, Borjesson, Parling, Hamrin, Gren, Simonsson, Liedholm y Skoglund.
tomado de: http://www.notasdefutbol.com/alemania-2006/suecia-1958-pele-lleva-a-brasil-a-su-primer-titulo
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